Artículo publicado por Vicente Rodríguez Estévez, de la Cátedra de Ganadería Ecológica Ecovalia-Clemente Mata de la Universidad de Córdoba, a partir de su intervención durante la Jornada de promoción de la trashumancia, la dehesa y la defensa de un mundo rural vivo, celebrado en Santa Cala de Olalla del Cala (Huelva) el 24 de octubre de 2020 en el marco del proyecto GO Ovinnova.
En noviembre el rebaño de merinas trashumantes de la Fundación Monte Mediterráneo regresó de la montaña palentina a la Dehesa San Francisco en Santa de Olalla del Cala (Huelva), donde pasará todo el invierno y la primavera.

El regreso a sus “invernaderos” fue motivo de un acto festivo y reivindicativo de la importancia de la trashumancia en el marco del Grupo Operativo Ovinnova por 10 razones:
1. Es una celebración porque vuelve la riqueza. La ganadería extensiva es una actividad económica que contribuye al desarrollo rural y en muchas fincas de dehesa es su única fuente de ingresos.

2. La dehesa implica defensa. La palabra dehesa procede del término “defessa”, del castellano antiguo, que significa defensa, en cuanto que es un terreno de pastos acotado para el ganado, con los pastos protegidos del arado y los árboles protegidos del hacha.
En la actualidad a esta defensa hay que sumarle el papel que los ganaderos de la dehesa asumen en la defensa del medio ambiente, por ser esta un reservorio de biodiversidad, un sumidero de carbono y un elemento clave en la lucha contra los incendios.

3. Los Quercus son imprescindibles en la dehesa, aunque la aplicación española de la Política Agraria Común los ha ninguneado. En relación con su valor ganadero, los árboles del género Quercus (encinas, alcornoques y quejigos) se conservan, se seleccionan y siembran en la dehesa por muchas razones: producen frutos (bellotas) y ramones para alimentación del ganado; generan un microclima que adelanta la otoñada de los pastos y retrasa su agostamiento (las primeras y las últimas hierbas verdes están bajo los árboles); sirven de refugio (sombra y protección para las heladas del ganado); y, también, bajo la proyección de copa de los árboles se depositan nutrientes que aumentan la fertilidad de los suelos.
Sin embargo, la aplicación española de la Política Agraria Común (PAC) ha venido siendo injusta con la dehesa llegando al inaudito extremo de aplicar al árbol un coeficiente de admisibilidad de los pastos (CAP) para considerar la superficie abarcada por su proyección de copa como un terreno improductivo, y así tener argumentos para la ecuación de descuentos a las ayudas de la PAC a la dehesa, de por si tan injustas como exiguas.

4. La dehesa es la mejor solución para aprovechar el territorio en el que se encuentra. El sistema de producción ganadera extensiva con árboles frutales dispersos sobre los pastos es la mejor posibilidad de aprovechamiento para un territorio de suelos pobres y clima árido (precipitaciones escasas y muy estacionales, con veranos largos y calurosos), donde no es factible otra actividad agraria distinta de la ganadería extensiva a base de pastos y bellotas que, además, sea compatible con la conservación.

5. El ovino mantiene el equilibrio de los pastos. La oveja es una especie clave en la dehesa, porque entre los rumiantes es la que mejor pasta en pastos de poco porte y la menos ramoneadora; por lo que, con cargas ganaderas adecuadas, no daña los renuevos de la arboleda. Además, los ganaderos de la dehesa, con la práctica del majadeo redileo, encontraron una solución sostenible para la mejora de pastos.

6. La ganadería extensiva es una fuente de biodiversidad. Que la ganadería extensiva vinculada a la dehesa produce y conserva biodiversidad ha sido probado en diferentes estudios. Para celebrar y demostrar este hecho, en 2016, coincidiendo con el Día Internacional de la Biodiversidad, en la Dehesa San Francisco se celebró un maratón de biodiversidad durante 24 horas, en el que se identificaron 743 especies distintas, de las cuales 354 fueron plantas vasculares.
7. La trashumancia es la solución más inteligente y sostenible para el descanso estival de la dehesa. El período seco es muy prolongado para los pastos de la dehesa, comenzando alrededor de mayo y terminando en octubre, o incluso después, pues depende de que la otoñada sea temprana. Conforme avanza el verano los recursos pascícolas, e incluso el agua, se agotan. La dehesa necesita un descanso, que evite el sobrepastoreo y sus consecuencias, que afectan al suelo y a la vegetación, especialmente a los renuevos de la arboleda
8. La trashumancia es un modelo de integración territorial de la estacionalidad de los recursos forrajeros. El desplazamiento a pie de las ovejas por las grandes cañadas a favor de lo mejor de cada estación les permitía alimentarse al tiempo que se iba dejando atrás el clima más desfavorable y la escasez de comida (el verano en la dehesa y el otoño-invierno en los puertos de nuestros macizos de montañas. Una solución que en sus primeros tiempos debió imitar los desplazamientos de los grandes herbívoros silvestres en busca de los mejores pastos para cada estación. En definitiva, la trashumancia es un desplazamiento del ganado hacia los recursos pascícolas renovables en lugar de un transporte de piensos para anular la extensividad de la ganadería y los beneficios del pastoreo; un intercambio de humilde riqueza entre territorios extremos del norte y sur peninsular
9. La trashumancia es el sistema ganadero por antonomasia de los pueblos íberos. Hay constancia arqueológica de que los pueblos ibéricos practicaban la trashumancia entre el 1700 y 1550 AC, hace más de 37 siglos; existiendo las primeras normas durante el reinado del rey Eurico en el 505 DC. El gran impulso de la trashumancia comenzó en el siglo XI con la reconquista del Sistema Central y con la creación de La Mesta en el año 1273 por parte del rey Alfonso X. Todo un ejemplo histórico de sensatez para la vertebración del territorio y el aprovechamiento sostenible de los pastos.
En definitiva, estamos ante un modelo probado de valorización de los pastos para vergüenza de los que legislan desde época reciente dando la espalda a los pastos; en un país que, ante la PAC, solo reconoce 5,9 millones de hectáreas de pastos permanentes, renunciando al apoyo a otros 17 millones de hectáreas.

10. La trashumancia del ovino es un modelo de sostenibilidad. Como siempre, los rebaños de ovejas trashumantes traen ilusiones y esperanzas. Hoy lo hacen con las cifras de su papel en la lucha contra el cambio climático, fijando carbono y previniendo incendios. Así, la humilde oveja de la dehesa tiene una huella de carbono negativa; porque el sistema, en conjunto (incluyendo suelo pastos y árboles), retiene más carbono que pierde, con una media de -13,9 kg de CO2 equivalente por kilogramo de canal de cordero, que llegan hasta -32,77 kg si este cordero es ecológico de acuerdo con los datos del proyecto Interreg Prodehesa-Montado. Por tanto, esta ganadería extensiva beneficia a toda la sociedad, sea o no consumidora de sus productos.
Mantengamos pues esa esperanza y celebremos esta Navidad con un guiño y apoyo a los pastores, comiendo cordero, que si es trashumante y ecológico más esperanza traerá para todos.