La trashumancia es una forma de manejo ganadero extensivo consistente en el desplazamiento estacional del ganado entre zonas altas o de mayor latitud, destinadas a pastos de verano, y zonas bajas o de menor latitud, en las que el ganado pasa el invierno, siguiendo rutas regulares establecidas. En la región mediterránea, la trashumancia es una práctica altamente adaptativa ya que facilita el acoplamiento entre las actividades de pastoreo y los picos estacionales de productividad de pastos, permitiendo así una óptima explotación de los recursos existentes, así como la posibilidad de evitar los períodos más críticos: sequía estival en las zonas bajas y nieves invernales en las zonas de montaña.
La importancia histórica de la ganadería en España y otros países de la cuenca Mediterránea explica que en ellos se haya desarrollado una extensa red de vías pecuarias. La conveniencia de proteger los movimientos de los rebaños dio lugar a que se delimitaran corredores reservados para el ganado prácticamente en toda la península ibérica, dando lugar a una Red Nacional de Vías Pecuarias que alcanza unos 125.000 km de longitud, lo que supone una superficie de 421,000 ha, casi el 1% del área del país.
La red principal que conforman las cañadas reales se complementa con una red secundaria compuesta por cordeles (45m de anchura), veredas (25m) y coladas (anchura variable). Esta red está más vinculada a los movimientos locales del ganado estante y a los movimientos estacionales a corta distancia del ganado trasterminante, que aprovechaba los pastos de fondo de valle en invierno y los pastos de montaña en verano.
Pese al Reglamento de Vías Pecuarias de 1944, en la segunda mitad del siglo XX se asistirá a la crisis de los sistemas ganaderos tradicionales y el progresivo abandono rural. La producción en masa de fibras artificiales tras la guerra mundial afecta en gran medida a la rentabilidad del ovino. Las vías pecuarias viven un declive de su uso y, como consecuencia, experimentan nuevas agresiones que pusieron en grave riesgo su integridad y pervivencia futuras y, con ellas, la del patrimonio etnográfico, histórico y cultural asociado a las mismas. La Ley de Vías Pecuarias de 1974, y su Reglamento de 1978, no fueron suficientes para controlar la creciente desarticulación de los caminos ganaderos.
Paralelamente en esta misma segunda mitad del siglo XX la ganadería extensiva española sufre un profundo detrimento a favor de la gandería explotada en régimen intensivo totalmente independiente del medio y con importantes consumos energéticos y de materias primas importadas, con el consiguiente abandono de los recursos naturales propios.
Sin embargo, la ganadería extensiva, ligada a las razas autóctonas y al pasto como principal fuente de alimento, está vigente y aún es de gran trascendencia. Aunque hoy en día no puede competir en términos económicos con la ganadería intensiva, sí lo puede hacer en rentabilidad social (fija y frena la despoblación del medio rural) y ambiental (contribuye a la conservación de hábitats, paisajes y biodiversidad, mantenimiento del ciclo hídrico, prevención de incendios forestales, lucha contra la erosión y desertización, etc.)
Son numerosos los estudios científicos que demuestran la alta correlación existente entre la actividad agraria tradicional y la conservación de determinados paisajes de gran interés para la conservación. Por lo tanto, el mantenimiento de unos censos mínimos de ganado extensivo, con diferentes especies y cargas adecuadas, es imprescindible para garantizar la conservación de la biodiversidad en general y especialmente de la Red Natura 2000, que alberga importantes superficies de hábitats semi ‐naturales vinculados al pastoreo. La trashumancia, de hecho, contribuye a la conservación de una gran variedad de Hábitats de Importancia Comunitaria, por ejemplo, la trashumancia contribuye al mantenimiento y conservación de pastizales de alto valor como los majadales, los cervunales o los vallicares.
La trashumancia y las vías pecuarias tienen un importante rol ecológico. Las vías pecuarias son sistemas naturales que se han conservado en gran parte libres de roturaciones y degradación y que han mantenido un alto grado de naturalidad que es aprovechado por muchas especies como área de cría, refugio y alimentación. Por ese motivo, las vías pecuarias juegan un papel fundamental como “reservorio de biodiversidad” actuando a su vez como corredores biológicos debido a su uso ganadero. Los herbívoros que trashuman a través de las cañadas y vías pecuarias transportan semillas e insectos a muy largas distancias, facilitando la conectividad entre hábitats y el intercambio genético de las especies, algo fundamental para paliar el alto grado de fragmentación de los sistemas ecológicos, y que actualmente es una de las principales causas de pérdida de biodiversidad.
La trashumancia es la ganadería “más extensiva de las extensivas” y presta numerosos bienes y servicios a la sociedad: de abastecimiento (carne, lana, leche, cuero, estiércol…), de regulación (conectividad ecológica, conservación de hábitats y biodiversidad, aporte de heterogeneidad al paisaje, prevención de incendios…) y culturales (rico patrimonio histórico y artístico, folclore, gastronomía, labores artesanales, turismo de naturaleza, etc.)
Sin embargo, la mayoría de estos servicios no son reconocidos ni remunerados por los mercados y por tanto no cuentan con expresión monetaria, por lo que no son tenidos en cuenta en las políticas públicas ni en los procesos de toma de decisiones. Esta falta de reconocimiento provoca que las políticas actuales a menudo favorezcan a los servicios de abastecimiento a través de la intensificación ganadera que tiene mayor rentabilidad económica.
A toda esta problemática, se suma el hecho de que el oficio de pastor está, casi en su totalidad, siendo realizado por personas mayores de 50 años y con un nivel bajo de formación reglada o institucionalizada, lo cual ha llevado a un desprestigio de dicha profesión. Además, las condiciones de vida en los puertos de montaña, destino de la trashumancia, eran hasta ahora poco favorables, sin electricidad, ni agua corriente, y en muchos casos sin acceso a Internet ni con vehículos. El resultado de todo ello, sumado al descenso demográfico y las pocas perspectivas laborales en los puertos, es que no hay jóvenes que quieran ejercer la profesión de pastor. Pero la figura del pastor es clave y la experiencia de los pastores mayores, un tesoro de incalculable valor que es necesario transmitir a nuevos y jóvenes pastores.
Para hacer frente a la crisis en la que la trashumancia lleva años sumergida, a pesar de que en el contexto de la ganadería extensiva, ocupa un lugar destacado por su inmensa capacidad como soporte de un fenómeno ecológico, económico, sociocultural y emocional de relevancia planetaria, es necesaria su modernización. Y para ello, el Grupo Operativo OVINNOVA pretende definir las bases para la mejora de la competitividad del pastoreo trashumante, a través de la creación de un nuevo modelo de negocio de prestación de servicios ganaderos viable, productivo, competitivo y que contribuya a preservar la biodiversidad.